sexta-feira, 7 de outubro de 2011

Ropper






Ropper que pintaba era un mundo sin salida, donde sus habitantes estaban atrapados. Todos sus cuadros parecen encerrarse en una impotencia tranquila, resignada, que fluye desde el rostro de las figuras solitarias o se disemina por las escenas urbanas.
las composiciones espaciales son limpias y claras, la geometría ordena las pinturas de Hopper. Son cuadros de pocos elementos tratados con gran sencillez, los colores son planos y las líneas arquitectónicas son un recurso frecuente utilizado para subrayar la soledad y el carácter desvalido del ser humano.
No hay nadie, todo está vacío. Hopper nos muestra la América de la gran depresión, y, después, la del triunfo del capitalismo, pintando, sin saberlo, el hombre sin atributos, el ciudadano sin sueños, el ser humano sin horizontes, atado al tedio infinito
son unos náufragos perdidos, ensimismados, refugiados en su propia soledad, en su impotencia vital, que soportan una condena más dura que su aislamiento, pese a que los veamos a veces en sus estancias soleadas, pese a la alegría aparente que se asoma por las ventanas. Hopper quería pintarse a sí mismo, pero nos enseñó, sin pretenderlo, la putrefacción del capitalismo, el sueño americano encerrado en un frío restaurante o en una sórdida habitación de hotel.
En la obra de Hopper se deja entrever una profunda soledad,la decrepitud del capitalismo tardío, el pesimismo postmoderno ha decretado la muerte de toda tentación de cambio social, de la idea misma de progreso. Hopper es un lúcido testigo de la gran Depresión, el primer pintor americano en retratarla.

Nenhum comentário:

Postar um comentário